
¿Por qué son especiales las relaciones sexuales?
Para entender la sexualidad humana tenemos que entender lo que somos: cada ser humano es una unidad donde lo físico, lo psicológico-afectivo y lo espiritual-racional están inseparablemente unidos. Esto quiere decir que entregarse y recibir sexualmente a una persona es siempre y necesariamente un gesto que va más allá de lo físico. Se quiera o no, intervienen también lo psicológico y lo espiritual/racional.
La relación sexual es una de las relaciones más íntimas que puede haber entre dos personas. Por este motivo una relación sexual no es equiparable a una caricia, a un beso o a contarle un secreto a un amigo. Aunque todo esto también tenga que ver con nuestra intimidad, la relación sexual es mucho más.
En cada relación sexual, se crea entre la pareja un “lazo” emocional. Esto sucede aunque no deseen crear ese vínculo o aunque la relación sea “fugaz”. Las hormonas liberadas durante la relación sexual favorecen fuertemente (e inconscientemente) ese lazo. Esto puede ser un inconveniente si la pareja necesita tomar decisiones sobre la pertinencia de seguir o no juntos. Recuerda que salir con alguien que te atrae, de quien te enamoras, tiene el objetivo de conocerse mutuamente, de ver con paciencia si podéis construir un proyecto de vida juntos. Las relaciones sexuales durante este periodo no favorecen la solidez del compromiso ni facilitan que se llegue al amor definitivo.
No dar al sexo la importancia que tiene y pensar que es un gesto más en la relación con otra persona ("es solo sexo"), puede tener consecuencias negativas en el terreno afectivo. Por ejemplo, cuántas más parejas sexuales se hayan ido teniendo a lo largo del tiempo, más superficiales se van volviendo esos lazos: más difícil se hace, en el futuro, crear una relación profunda y duradera con otra persona, por lo que uno puede llegar a sentirse emocionalmente insatisfecho.
La entrega total de tu persona en una relación sexual, será auténtica, te unirá aún más a tu pareja, cuando puedas asumir el compromiso total ante un proyecto de vida como, por ejemplo, en el matrimonio. La unión física, el lazo emocional y la entrega personal se retroalimentarán entonces en un solo acto de amor (aquí cobra todo su sentido la expresión “hacer el amor”).
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